
Los primeros relojes eran solamente obeliscos de piedra sobre los que incidían los rayos de sol y creaban una sombra en unos surcos en el suelo que indicaban el momento del día. Hablamos de hace casi 3000 años! Stonehenge es un ejemplo muy claro y muy especial de este tipo de construcciones.
Los egipcios y los babilónicos perfeccionaron estas técnicas y crearon cuadrantes solares, similares, pero el sol incidía en una base, con referencias más concretas.

De estos también provienen los relojes de arena, basados en pasar arena de una parte a otra del reloj.
A partir de la Edad Media se crearon los relojes mecánicos, con pesas o péndulos. Eran muy grandes y no demasiado exactos. Se colocaban en torres o campanarios.
A partir de aquí, sobre el año 1600 aparecen los relojes de péndulo, más pequeños y más exactos, hasta acercarlos al tamaño portátil, pudiéndolo llevar encima, los relojes de bolsillo.

A comienzos del siglo XX aparecen los relojes de cuarzo, y a partir de aquí cada vez se ajusta más la medición, hasta el punto de que el desfase pasa de días a segundos, cada vez son más exactos.
Hoy en día tenemos muchísima variedad de relojes, colores, tamaños, marcas, y de gran exactitud, pero no deja de ser curioso el comienzo de este invento ¿verdad?.
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