jueves, 3 de enero de 2008

¿Por qué sangramos cuando nos hacemos una herida?


A todos nos ha pasado alguna vez, que cuando nos cortamos o caemos y nos hacemos una pequeña herida, otras veces por un golpe en la nariz, comenzamos a sangrar, algo que además nos ocasiona cierto malestar.
Dependiendo del tipo de herida y su localización, podemos requerir asistencia médica, sobre todo si la herida es profunda o no paramos de sangrar.

¿Por qué sangramos?

Sangramos porque ese corte o golpe ha roto los canales por los que viaja nuestra sangre, llamados vasos sanguíneos.

Cuando se rompe un vaso sanguíneo nuestro organismo reacciona rápidamente reparándolo y parando el sangrado. Lo que ocurre es que se contraen los vasos sanguíneos para que pase menos sangre y no sangremos tanto. Poco a poco la sangre se hace cada vez más densa en el punto donde se ha dañado el vaso hasta que se forma una especie de grumo y dejamos de sangrar. Este grumo se llama coágulo, formado por unas células que transporta nuestra sangre, llamadas plaquetas. Actúa como un tapón que para el sangrado: una vez que la herida para de sangrar el vaso se va cicatrizando.

Para parar la hemorragia, si la herida es pequeña, lavaremos la herida con agua para limpiarla, incluso con un jabón suave. Después, taparla con una tirita o banda adhesiva esterilizada. Una vez ha cicatrizado, podemos descubrirla.

Si la herida es más grave o profunda lo mejor es limpiarla y taparla con una gasa esterilizada presionándola durante unos 5 minutos sin levantar la gasa y cambiándola si fuera necesario. Si la herida no para de sangrar es necesario acudir al médico o pediatra correspondiente.


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